TREMP. MONTSERVÓS

Montserbós no pertenece a Ribagorza, pero su interés y la proximidad a Puente de Montañana me han motivado a incluir estas dos capillas en el blog..

Las dos capillas románicas de Montserbós se asientan en el cerro donde hubo una antigua población y también muy probablemente un castillo. Dicho cerro está sobre la carretera que va de Puente de Montañana a Tremp. Pasado el mas de Faro ya se ven las capillas arriba.

Mas de Faró
Mas de Faro

Acceder a ellas es prácticamente imposible si no se va por una pista que parte poco antes de llegar al punto kilométrico ocho de la carretera citada. La pista no está mal para vehículos todoterreno, pero no es aconsejable para vehículos normales sobre todo en época de lluvias. De todos modos, es poco más de un kilómetro y un agradable paseo que no cuesta más de veinte minutos a pie. Además los paisajes que se divisan hacen el camino aún más corto.

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Desde lejos ya se ven las construcciones, conocidas popularmente en la zona como «les Capelles».

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Se va llaneando hasta el pie del cerro.

Desde la falda del cerro

Desde algunos puntos de la subida se ven las dos capillas.

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Poco después ya sólo ves el ábside de la primera.

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Conforme te vas acercando pasas por debajo de la conocida como ermita de les Capelles.

Desde el nordeste 4

La pista acaba junto a ésta, que se conserva íntegra y está cerrada. Se trata de una ermita de origen románico, aunque con bastantes modificaciones.

Desde el oeste

La fachada oeste es un añadido moderno como se aprecia en la actual puerta de acceso.

Portada actual al oeste

En los muros laterales también se nota la parte rehecha a poniente.

Muro norte
Muro norte desde el oeste

El muro sur tiene una ventana rectangular cerca de la cabecera, añadida en época incierta.

Ventana al sur junto a la cabecera 2
Muro sur desde el este

En el muro sur está cegada la portada original, cuya estructura más que románica parece de estilo popular siguiendo formas tradicionales.

Portada original al sur

El ábside, en reducción con respecto a al nave, se levanta sobre la misma roca.

Desde el este 1

Es la zona donde más se mantienen las formas originales con mejor sillarejo que los muros laterales y bien colocado en hiladas.

Cabecera 1

En el centro tiene una ventana aspillerada.

Ventana centro ábside

El resto de la iglesia queda muy desfigurado con el muro de poniente no original, la puerta cegada y la ventana del muro oeste de dudosa datación y la parte bajo la cubierta, que tampoco es la original.

A poniente de la iglesia se conserva una tumba excavada completamente en la roca.

Sepultura en la roca al oeste de la capilla 1
Sepultura en la roca al oeste de la capilla 2

Hay restos de otras sepulturas por la zona, muchas destrozadas. En una al sur del ábside es aún reconocible su forma y sigue como la anterior la orientación este-oeste, siendo el oeste para la cabeza.

Sepultura al sur de la capilla

Un estrecho sendero en dirección oeste conduce hacia las ruinas de la otra iglesia, el santuario de les Capelles, en la que ya desde lejos ves que no queda nada de sus cubiertas.

El cerro donde está la capilla antigua desde el este 2

Al llegar te encuentras con los restos del ábside, orientado al este como la anterior, y de las dos capillas que formaban crucero.

Cabecera 1b

Del ábside sólo queda la parte sur.

Ábside y capilla norte

De la capilla sur, poca cosa.

Muro sur y restos capilla sur

En la capilla norte aún se reconoce la estrecha aspillera que la iluminaba.

Capilla norte

Del muro norte sólo queda la parte de la capilla. El resto del muro norte es un montón de escombros entre la vegetación.

Muro norte 1

Del muro sur queda buena parte en pie y puede apreciarse el notable grosor de los muros.

Desde el sudoeste

En la parte conservada de este muro puede apreciarse la mucho mejor calidad y colocación del sillarejo con respecto a la otra capilla.

1a. Desde el sur

En ese muro está la que fue una gran portada, majestuosa a pesar de haber desaparecido sus dovelas.

1b. Portada desde el sur

El interior es un bosque surgido de entre las ruinas.

1c. Interior

Entre la portada y la cabecera se reconoce un pilar donde se debía apoyar uno de los arcos fajones que sostenían la bóveda. Al otro lado de la puerta aparecen esbozos de otro pilar, con lo que la nave debió tener dos fajones.

1d. Arranque de un fajón

En el muro sur, cerca de la capilla lateral, hay una curiosa y alargada ventana de medio punto, que casi llega al suelo.

Ventana al sur

Esta iglesia se extendía casi hasta el borde del precipicio, pero en el pequeño espacio que queda entre éste y lo que era el muro oeste de aquella se aprecian restos de una construcción, que puede tuviera algún papel defensivo pues el lugar debió estar fortificado.

Restos de lo que pudo ser una torre al oeste de la capilla sobre el precipicio

Desde aquí las vistas son espléndidas. Al noroeste el Turbón y Cotiella.

Turbón y Cotiella desde Montservós

Y hacia el sudoeste el congosto de Montrebei.

Montrebei desde Montserbós

Emprendiendo el camino de regreso se contempla todo el rato la otra ermita situada en el único lugar por donde es accesible el cerro.

Desde la subida a la capilla antigua 5

CATEDRAL DE RODA DE ISÁBENA. SARCÓFAGO DE SAN RAMÓN

Sarcófago de San Ramón

Se trata de una de las joyas de la catedral. Como ocurre con la propia catedral y otras obras artísticas ribagorzanas minusvalorada en muchas guías y publicaciones.

Está situado en la cripta bajo el ábside central, que posiblemente fue su ubicación original. Se le conoce como sepulcro de San Ramón (Ramón Guillermo, obispo de Roda de 1104 a 1126).

Las medidas del sarcófago son 46 x 166 x 60 cm. y la tapa, 14 x 177 x 67 cm.

El sepulcro está esculpido por tres de sus caras. La cuarta debía ir adosada a un muro.

En la frontal aparecen, de izquierda a derecha, la Anunciación, la Visitación, la Natividad y la Adoración de los Reyes. En la cara lateral derecha está la huída a Egipto. En la izquierda se ve a un obispo, identificado por el báculo, entre dos diáconos.

Son muy curiosos los ángeles portando los símbolos del tetramorfos que sostenían el sepulcro. En 1990 un bloque de ladrillos los sustituyó y hoy se encuentran bajo el altar mayor. Enríquez de Salamanca dice que allí fueron colocados originariamente, teoría que sigue Buesa (1996, p. 10), que afirma que primero estuvo el sepulcro en un arcosolio del claustro y que fue trasladado a la cripta en el siglo XVI, momento en que se le incorporaron los ángeles, que fueron desplazados del altar al instalarse el retablo de Joli en 1533. Lo que está claro es que en el siglo XVIII estaban bajo el sarcófago según atestigua un grabado de la época y que por su estructura no pudieron ser pilares para sostener las cuatro esquinas del sepulcro. Otros, como F. Español (p. 186), piensan que la cripta parece el lugar más adecuado para instalar desde el principio el sepulcro.

La cubierta plana, junto al hecho de estar el sarcófago en alto, ha permitido utilizarlo como mesa de altar. Al tiempo que estar en lugar visible y elevado hacía  que los fieles pudiesen acercarse a él, contemplarlo, tocarlo, abrazarlo, dado el poder taumatúrgico que se le confería, como ocurría con todas las reliquias hasta épocas bien cercanas.

Se cree que pudo llegar a Roda en 1170 proveniente de Zaragoza a cambio de la cabeza de San Valero. El rey Alfonso II y el obispo Torroja de Zaragoza, con un amplio séquito, fueron a Roda a buscar la tan preciada reliquia y muchos suponen que trajeron con ellos el sepulcro. Yo no lo veo tan claro pues el traslado de una obra tan valiosa y de tanto peso a través de caminos de herradura no parece tarea fácil. ¿Podría haberse esculpido el sepulcro en Roda o alrededores? Parece más sencillo el desplazamiento del maestro que el del sarcófago. Además, documentalmente, consta la cesión por parte de Roda de la cabeza de San Valero recibiendo a cambio el castillo y villa de Montarruego -hoy caserío cercano a Berbegal- y otras concesiones (Carrillo, p. 138-139) mientras en lugar alguno se menciona la donación del sepulcro.

Festejaron ese año en Roda las Navidades con el rey y el obispo zaragozano otras importantes personalidades. Allí estaban también Guillermo Pérez, obispo de Lérida-Roda, el obispo Guillermo de Barcelona, el conde de Pallars y muchos nobles ribagorzanos. En el sarcófago se depositó el cuerpo de San Ramón el 27 de diciembre del año mencionado, tal y como cuenta Villanueva (p. 311.314) y también Iguacén (p. 53-55) e Iglesias (2001, p. 219-220).

San Ramón había fallecido en 1126 en Huesca al regreso de una expedición en la que había acompañado a Alfonso I y fue trasladado inmediatamente a Roda.  Envuelto siempre en fama de santidad, el obispo Gaufredo (1135-1143) organizó su culto y encargó al canónigo Elías escribir su biografía a los pocos años de su muerte.

Ésta se conserva en un códice del siglo XII, depositado en el Archivo capitular de Lérida,  que contiene su vida y los oficios a él dedicados y que reproduce Villanueva (p. 314-329).

Según este texto, el transporte de Huesca a Roda se realizó en un ataúd de madera, pero el 16 de noviembre de 1143, el cuerpo fue trasladado a un sepulcro de mármol. El cambio a un nuevo sarcófago en 1170 debió tener como causa el aumento del culto a San Ramón pues no parece que en tan pocos años pudiese sufrir un deterioro importante el sepulcro de mármol.

El cambio (la “traslatio”) de un sepulcro a otro mejor era motivo de gran celebración y, cuanto más suntuoso, más dignas de veneración las reliquias en él depositadas.

Los mayoría de autores coinciden en considerar que la ejecución del sarcófago debió ser poco antes de la ceremonia.

Ezquerra considera que fue construido expresamente para ese día y que toda la iconografía del sarcófago –y también la de la portada y la de las pinturas del ábside norte- obedece a la fecha del 27 de diciembre, festividad de San Juan Evangelista. Una canónica agustiniana como la de Roda, fiel al neoplatonismo de San Agustín, cuyos textos inspirarían tanto el Oficio del Día, dedicado a San Juan, y  el Oficio de Difuntos, que coexistirían ese día. Día del ciclo navideño entre otras grandes fiestas: Navidad, la del protomártir San Esteban y los Santos Inocentes.

La función festiva parece clara. El cristianismo no ve la muerte como algo a lamentar, sino como un acceso a una vida mejor. De ahí que estas fechas coincidentes con el solsticio, cuando el sol empieza a ganar terreno a la oscuridad, sean muy apropiadas para celebraciones.

Todo el repertorio iconográfico haría referencia a la Encarnación del Verbo, al tiempo que no se ve en lugar alguno representada el alma del difunto, que ya habría ascendido al Cielo el día de su fallecimiento, el 21 de junio de 1126. No hay tampoco plañideras, que no coincidirían con la beatitud de que ya gozaría el santo. Un Pantocrátor rodeado por el Tetramorfos al estilo de Tahull tampoco aparece pues no se trata en modo alguno de infundir miedo, sino alegría.

Pasemos a describir las escenas empezando por el frontal. A la izquierda tenemos la Anunciación. En ella, ambos, el ángel y la Virgen están de pie. El ángel levanta el índice de la mano izquierda mientras con la derecha sostiene una flor de lis. La Virgen extiende al frente las palmas de las manos en señal de asombro y muestra una corona ornada con perlas.

En la Visitación se abrazan la Virgen y Santa Isabel, ambas con nimbo.

La escena del Nacimiento presenta a la Virgen recostada en una cama cubierta por amplios ropajes y con un brazo doblado sobre cuya mano reposa la cabeza. San José, con la mano derecha levantada, apoya la izquierda sobre un bastón con el mango en forma de tau, sin aparecer tan ausente como en muchas otras representaciones. Tanto la Virgen como San José llevan nimbo.

El niño está situado en una cuna encima de la Virgen mientras buey y mula lo calientan aproximando sus hocicos a las ropas que lo envuelven.

Entre la Virgen y el Niño hay esculpida una estrella de ocho puntas inscrita en un círculo.

En la Epifanía, la Virgen, sentada en un trono, tiene el Niño sobre su falda y lo sujeta con las manos. El Niño está descalzo y extiende su mano para recibir el presente que le ofrece el primer Rey, que está iniciando una genuflexión. El segundo y tercero de los Reyes llevan copas en su mano izquierda mientras presentan la palma de su derecha abierta, postura característica en este sarcófago. Las coronas de los tres están adornadas con perlas. Probablemente los Reyes representan las edades del hombre pues el último es imberbe. Una estrella similar a la antes descrita corona la escena situada sobre el Niño.

En el lateral derecho vemos la Huída a Egipto. San José guía al asno tirando del ronzal mientras con la otra mano sostiene un palo del que cuelgan dos bolsas con sus pertenencias. La Virgen cabalga sentada de costado con el Niño entre sus brazos. El ángel, del que sólo vemos medio cuerpo, supervisa la escena.

En el otro lateral, un obispo (¿San Ramón?), reconocible por la mitra y el báculo, preside alguna celebración colocado entre dos diáconos, uno sosteniendo un libro y el otro una cruz.

En este conjunto de escenas del ciclo navideño se nota la ausencia de la matanza de los Santos Inocentes, lo que hay que atribuir al ambiente festivo que se quería trasmitir en esta celebración, alejando, pues, cualquier escena cruenta.

Yo no conozco ningún otro sepulcro románico con una iconografía similar. Únicamente la escena del lateral izquierdo puede haber representado un episodio de la vida del santo, lo cual si es frecuente en muchos.

En época paleocristiana sí que son comunes las escenas de la Natividad y la Epifanía como se puede ver en el Museo Departamental del Arles Antiguo en el sarcófago de la Natividad.

Durante el románico en frontales de altar es corriente representar el ciclo navideño. Varias muestras pictóricas catalanas de épocas no muy lejanas en el tiempo lo hacen. Cardet, Lluçá o Aviá son buenos ejemplos. El de Cardet, hoy en el MNAC, también ribagorzano, pero un siglo más tardío.

Esto me lleva a pensar que quizás el maestro que realizó el sepulcro ya pensó desde el principio en su uso como mesa de altar y la parte larga esculpida con las escenas principales realizaría la función de antipedio.

Se ha intentado enlazar esta obra, cuya calidad es innegable, con rostros, vestuario y objetos tratados minuciosamente, con otras esculturas.

La estrella de ocho puntas que aparece en la escena de la Natividad y en la de la Epifanía en Catalunya Romànica (p. 418) la consideran emparentada con la que centra la portada que comunica el claustro con la iglesia en San Pedro el Viejo, lo cual no es del todo cierto, pues la estrella de San Pedro el Viejo es diferente y contiene una estrella menor en su interior. Hay quienes relacionan las Epifanías de ambas obras, lo cual aún está más alejado de la realidad.

Una Natividad coronada también por una estrella y con un aire cercano a Roda aparece en un capitel del claustro de Sant Pere de Galligants. En la obra citada sí que señalan las semejanzas de algunos detalles del sarcófago con los capiteles de dicho claustro.

También ven en la misma obra similitudes del trono de la Virgen con los de las tallas románicas de Auvernia, especialmente con la Virgen de Orcival, y también con la borgoñesa Notre-Dame-la Brüne de Tournus, pero en Roda el reposabrazos es redondeado y la Virgen no se apoya en él, al contrario que en Orcival o Tournus.

Español (p. 184-185) señala las semejanzas de la escena del obispo con la cara lateral del sepulcro de San Sernin en San Hilario de Aude Carcasona, si bien también remarca la mucha menor clasicidad de la obra rotense. Asímismo, habla también de la misma escena en el sepulcro de Doña Sancha, hoy en las Benitas de Jaca.

Hay quien vincula esta obra a los maestros que trabajaban contemporáneamente en los talleres de la Seo zaragozana, pero esta relación estaría basada fundamentalmente en el hecho de que el sepulcro lo hubieran traído de Zaragoza y hubiese sido tallado allí.

Se han señalado también las semejanzas con algunas iglesias navarras. Iconográficas con la portada de San Miguel de Estella las hay: la temática navideña, la estrella en la Epifanía, … O con los capiteles de Eguiarte. Porter (1923, p. 46-47) las veía incluso con la catedral de Tudela y la portada sur de Santiago en Puente la Reina, lo que es ya mucho imaginar.

Las relaciones manifiestas son entre las escenas del sepulcro y los capiteles de la portada de la misma catedral de Roda, aunque entre ambos haya muchas décadas de diferencia, siendo un tema a dilucidar el porqué se repitió la misma temática.

He dejado para el final hablar de los ángeles que estaban bajo el sarcófago y ahora están bajo el altar mayor, colocados arbitrariamente. Ángeles que suponen un tetramorfos muy singular pues cada uno sostiene la cabeza de uno de los símbolos de los evangelistas. Especular con el hecho de que el autor de estos ángeles fuese el mismo que el del sepulcro no parece verosímil dadas las diferencias formales, especialmente en las ropas y también en los rostros.

Se los ha relacionado con muy diversas obras.

Carbonell (1974, p. 79)  los relaciona con el altar de Obarra. Es de suponer que se refiere a las figuras esculpidas que se hallaron bajo el pavimento y que ahora adornan frontalmente el altar. Las similitudes en este caso se reducirían a la forma del plafón al que están adosadas.

Jacques Lacoste (Signos, 1993, p. 117) adjudica dichos ángeles a un maestro que trabajó en Aragón hacia 1170 y señala su parentesco iconográfico con la obra de Leodegarius, que trabajó en la portada de Santa María de Uncastillo.

Pach i Buira fantasea con la similitud entre estos ángeles con la talla de  San Juan que figura en el ábside principal de la catedral, a la que también relaciona con la escena del obispo y los diáconos (Catálogo, 1974).

Buesa relaciona, en cambio, el tratamiento de los ropajes de estos ángeles con los maestros provenzales que esculpieron los ancianos del Apocalipsis de la portada de la Seo zaragozana (BUESA, 2007, p. 1304).

Durliat es quien más ha estudiado este tipo de ángeles portando los símbolos del Tetramorfos. Considera que en el románico solo aparecen a ambos lados del Pirineo y que, en el caso de Roda, iconográficamente responden al mismo programa que el del sepulcro. En el tímpano de San Aventín de Larboust llevan en la mano las cabezas nimbadas como en el Pantocrátor de Tahull (en este caso pintados).

Tímpano de San Aventín

En la ventana oeste de San Andrés de Sureda solo aparecen en círculos los que portan a San Marcos y San Lucas.

En la decoración pictórica de San Miguel de Engolasters (hoy en el MNAC) también, siendo en este caso contemporáneos del sepulcro.

En San Martín de Fenollar, al tener la cabecera plana, está el Pantocrátor con el Tetramorfos pintados en la bóveda y los ángeles tienen los símbolos en brazos. También está el tema en un pilar del claustro de San Bertrán de Comminges y en el tímpano de San Justo de Valcabrère, en este último caso sosteniendo las cabezas representando los evangelistas con las manos, al igual que en Roda.

Tímpano de St-Just de Valcabrère

De todos modos, hay más ejemplos fuera de la zona pirenaica, algunos muy conocidos como los tímpanos de Moradillo de Sedano y Santo Domingo en Soria, muy emparentados entre sí.

Santo Domingo. Soria

La particularidad de Roda sería ser el único caso donde no forman parte de una Teofanía.

 

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LA VIRGEN ROMÁNICA DE OBARRA

La iglesia del monasterio de Obarra está presidida actualmente por una imagen gótica en piedra policromada datable en el siglo XIV.

Sin embargo, hubo una talla anterior de época románica que ha pasado por múltiples vicisitudes hasta su ubicación actual.

En abril de 2016, Don Enrique Calvera publicó sobre ella un interesante artículo, aunque falto de una mejor consulta bibliográfica, en la web del Museo Diocesano de Barbastro.

Se presenta la talla como prácticamente desconocida hasta el momento, lo cual no es así ya que el 7 de noviembre de 2014 di yo una charla sobre ella y otras vírgenes románicas ribagorzanas en la misma iglesia del monasterio basándome, además de en el folleto aportado por Rosa Montclús del que habla Calvera, en el artículo del mismo Jaume Barrachina aparecido en 1997 en el volumen XXVI de Catalunya Romànica[1] (obra de la que fui suscriptor hasta su finalización) y en otro de Nuria de Dalmases y Antoni José, publicado en Història de l’art català en 1986.

Sobre el lugar donde se halla actualmente, indica que en el MNAC como depósito de la fundación Tàpies, tal como señalaba en el Diario del AltoAragón Juan José Nieto en 2015. Con posterioridad apareció un artículo en El Heraldo de Aragón en el que se explicaba como Alejandro Falceto Palacín la había localizado en una exposición y la talla formaba parte de la colección Tàpies.

La imagen la había publicado Ricardo Del Arco[2] en su monumental catálogo y allí indicaba que estaba en el seminario de Barbastro. Sin embargo, no hay ningún otro dato y el enigma de cómo llegó allí sigue planteado y también cómo desapareció. Supongo que los trastornos originados por la guerra civil debieron tener que ver con ello.

Imagen publicada por Del Arco anterior a la guerra civil

Imagen que aparece en el artículo de Calvera

Todo ello me lleva a una conclusión: El actual propietario es de suponer que tendrá una factura de su adquisición. Si no la tiene (él o sus herederos) algo raro ocurre y, si la tiene, quien tendrá que explicarse es el que la vendió y qué derechos tenía para hacerlo.

Yo no soy experto en leyes, pero sea como sea seguro que estamos ante una transacción como mínimo dudosa. Por lo tanto, las autoridades deberían dar alguna explicación pues la gente de a pie cada vez nos quedamos más asombrados ante lo que ocurre con el patrimonio artístico.

Del posible taller rotense -al que pertenecería la talla- hasta el momento se ha escrito bastante superficialmente y con un cierto confusionismo respecto a las imágenes que podrían pertenecer a él. Creo que es tema para otro comentario.

Bibliografía:

BARRACHINA, Jaume.: «Mare de Déu d’Obarra», Catalunya Romànica, vol. XXVI, Enciclopedia Catalana, 1997, p. 373-374.

BARRACHINA, Jaume.: «Mare de Déu d’Obarra», en Quaderns del Museu Frederic Marés, núm. 7, La col·lecció somiada. Escultura Medieval a les col·leccions catalanes, 2002.

DALMASES, Núria de- JOSÉ, Antoni: Els inicis i l’art romànic. Segles IX-XII, en Història de l’art català, Barcelona, Edicions 62, 1986, vol. I, p. 259.

DEL ARCO Y GARAY, Ricardo: Catálogo monumental de España. Provincia de Huesca, CSIC, Instituto Diego de Velázquez, Madrid, 1942, vol I, p. 243 y vol. II, fig. 40.

FACI, Roque Alberto: Aragón Reyno de Christo y dote de María Santísima, Zaragoza, 1739, p. 495-496.

MENJÓN, Marisancho: “Tàpies y la Virgen de Obarra” en Heraldo de Aragón de 18 de noviembre de 2017.

NIETO, Juan José: “Las pinturas jamás cayeron en el olvido de los aragoneses” en Diario del AltoAragón de 15 de setiembre de 2015.

 

[1] Es curioso el olvido en que se tiene en Aragón a una obra monumental como es Catalunya Románica. Con sus aciertos y errores es una interesante aportación al estudio del románico de varias comarcas aragonesas. Acabo de adquirir y leer los dos últimos volúmenes de la Enciclopedia del Románico dedicados a Huesca y he observado que no se cita ni en la bibliografía, aunque la falta de rigor de muchos artículos en dicha Enciclopedia, por lo menos en lo referente a Ribagorza, es notoria.

[2] Por cierto, en la imagen publicada por Del Arco la talla aún conserva parte de la zona inferior desaparecida en fotografías posteriores y que fundamenta buena parte del artículo de don Enrique sobre el porqué fue mutilada o si ya era así originalmente.