San Martín de la Sierra de Capella
Para ir hay que atravesar el río por el puente actual y seguir aguas arriba en dirección al puente románico durante trescientos metros, entonces una pista en dirección sur asciende hasta encontrar el depósito de aguas novecientos metros más allá. La pista continúa en la misma dirección, se dejan dos desvíos a la derecha y se llega en setecientos metros hasta un barranco. Hay que dejar allí el coche, cruzar el barranco y seguir a la izquierda un sendero bien marcado durante algo más de veinte minutos para llegar a la ermita. Sus coordenadas UTM son: 31 T 0284933 y 4672905.
Esta se sitúa en un pequeño promontorio bajo los acantilados de la sierra del castillo de Laguarres, en lugar solitario y umbrío. Para entrar en ella había que trepar por el lado de poniente. Actualmente se ha limpiado el acceso y el interior.
Desde el este y el norte es inaccesible.
Es de una nave y ábside semicircular cubierto con bóveda de cuarto de esfera.
La bóveda de la nave se hundió hace tiempo. Es de suponer que era de cañón por el arranque, que aún se conserva en la zona del muro norte cercana a la cabecera. Debía estar dividida en tramos por dos fajones de los cuales quedan restos de las pilastras de donde partían.
La bóveda del ábside y lo poco que subsiste de la de la nave arrancan de una imposta biselada.
Los muros laterales de la nave no son estrictamente paralelos debido a la necesidad de adaptarse a la pequeña plataforma sobre la cual se asienta. Se conserva buena parte de ambos muros. Un banco de piedra sigue el muro norte.

Muro norte

Muro sur

Muro sur
También quedan en pie unas hiladas del muro de poniente. En este muro debía estar la puerta como bien indican los tres peldaños de acceso, aunque es posible que no fuese la primitiva.
Quizás la puerta original estuviese en el muro norte, en un espacio cercano al presbiterio donde han caído los sillares y se aprecian restos de un arco de medio punto y el acceso sólo sería posible mediante escaleras móviles. La puerta oeste entonces sería fruto de una reforma de cuando el papel defensivo del lugar pasó a la historia. De todos modos, los restos que hay en el lugar de la supuesta puerta norte invitan a la imaginación a suponer hubiese allí alguna otra construcción, tal vez un pequeño campanario de torre o una rara espadaña. Como todo el resto de este lugar merecería ser estudiado en profundidad.
El ábside, que conserva su bóveda, tiene dos ventanas de medio punto; una de doble derrame en el centro y otra con derrame hacia el interior al norte. Ambas son monolíticas, interior y exteriormente.

Ábside. Ventana central

Ábside. Ventana norte
La ventana central por el exterior es de arco monolítico.
Un muro aísla el ábside y el tramo más oriental de la nave del resto. Está construido con sillares procedentes de la propia ermita y se debió hacer al hundirse la bóveda del resto de la nave y quedar la ermita sin culto, posiblemente para utilizar esta parte como habitáculo. Este espacio comunica con el resto de la nave mediante una portada de medio punto con las dovelas talladas y punteadas, que tal vez pertenecieron a la desaparecida portada oeste.
Al norte de dicha portada hay un sillar grabado en el que leo la fecha de 1898 entre las letras P y N. Si esta fecha tuviese relación con la ejecución del muro, sería la obra muy reciente y demasiado bien ejecutada para usar esa parte de la ermita como simple refugio pastoril y en el pueblo nadie recuerda haber oído hablar de un ermitaño.
En el presbiterio se abren varios nichos y pequeñas hornacinas en los muros.
En un rincón hay un fragmento de columna cuya utilidad no se me ocurre.
Hay que subir dos peldaños para acceder al presbiterio donde queda buena parte de la base del altar y fragmentos del ara.
El suelo está formado por un pavimento de cantos rodados en el que no se aprecian figuras, pero en el que curiosamente los guijarros son de distintos colores, que quizás pudieron originalmente responder a algún diseño.
Tocando al mencionado muro de separación hay en el muro norte una ventana de arco de medio punto, reformada mediante un dintel en su parte interior.
Aún hay otra abertura. Una aspillera, cuadrangular por el interior, en el muro norte hacia los pies.

Aspillera en muro norte

Aspillera por el interior
En el centro de la nave en cuidado montón están los sillares caídos que hasta hace poco convertían el interior en un nido de escombros. Entre ellos se ven algunos capiteles que posiblemente coronasen las pilastras que sostenían los fajones. Algún otro capitel se aprecia empotrado en los muros.
El aparejo es de sillares de buen tamaño, bien tallados y colocados en perfectas hiladas, excepto hacia los pies donde los sillares son más pequeños y de menor calidad.
La cubierta del ábside es de losas y se apoya sobre una cornisa biselada.
La fecha de construcción de esta ermita por el estilo de sus sillares creo que puede situarse ya en el siglo XII, pero usó estructuras anteriores que enlazan con los restos de la fortificación que tiene situada al sudeste. El aparejo de todo ese conjunto del que forma parte el muro norte de la ermita es de sillarejo.
Posiblemente todo el conjunto tuvo una finalidad defensiva, dado el lugar donde se ubica. Al perder esta condición quedaría la ermita, que con los años debió reducir su papel a receptora de alguna romería dadas las dificultades de acceso, en un lugar sólo frecuentado por pastores y quizás algún eremita.
Más arriba, en lugar de al que ahora se ha acondicionado el acceso, hay una cisterna y más arriba aún restos de muros de sillarejo, lo que hace suponer una fortaleza con un contingente de cierta importancia (soldados o monjes) a su cuidado.

Cisterna
Junto a los escalones de la entrada se aprecian restos de sepulturas antropomorfas y huecos que pudieron ser también tumbas.
A poniente de la capilla hay diversas construcciones bajo la balma, que debieron ser usadas como rediles. Muchas de las piedras usadas, bien escuadradas y algunas trabajadas deben proceder de la iglesia. En la pared rocosa hay grabados e inscripciones de época moderna.

Rediles
Son muchas las incógnitas que plantea esta iglesia. Sobre su datación, sobre sus elementos constructivos, sobre su uso en diferentes épocas. A poco más de doscientos metros hacia el este, al norte del sendero de acceso, subsiste la planta completa de otra iglesia de la misma época también con ábside semicircular litúrgicamente orientado, en una zona denominada tradicionalmente Santa Eulalia, pero de la que carecemos de toda documentación. Su posición es también claramente defensiva sobre el precipicio. ¿Pudo estar la primitiva población de Capella situada entre ambas iglesias-fortaleza? El lugar se presta al misterio.
No se puede acabar la descripción sin hacer mención del inmenso trabajo de limpieza y desescombro del lugar realizado a ratos durante los fines de semana por Joaquín Sesé, vecino de Capella y enamorado de su pueblo y de su historia, que además limpia y señaliza constantemente el camino y lo ha decorado con esculturas zoomórficas de todo tipo realizadas por él mismo usando como material las propias piedras del lugar.
Añado algunas fotografías para que se vea como estaba en 2005. A punto de desaparecer por completo
Bibliografía:
Catalunya Romànica, vol. XVI, la Ribagorça, Barcelona, 1996, p. 356-357.
Enciclopedia del Románico en Aragón. Vol. III, Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico, 2017, p. 1045-1048.
IGLESIAS COSTA, Manuel: Arte Religioso del Alto Aragón Oriental, Arquitectura Románica, tomo II, Prames, Zaragoza, 2004, p. 23-25.
LAGLERA BAILO, Cristian: Inventario de las ermitas de Huesca, tomo 2, Ribagorza, p. 143.
MARTÍ FORNÉS, Francisco: Capella y su retablo, Editorial Pirineo, Huesca, pp. 28-38.
Me interesaría contactar contigo para invitarte a comentar un proyecto de una nueva web de divulgación aragonesa. Puedes contactar conmigo por correo electrónico
trucanos@joreate.com
Pingback: Un paseo desde el puente de Capella a las ermitas de San Martín y Santa Eulalia – Mirando en la alberca